martes, 3 de febrero de 2015

EL BELGA (1)
        Traducción del libro Canary book de R.L. Wallace, publicado en 1875.
        Este libro nos da una visión histórica del Bossu Belga, de los métodos de cría de entonces, de su valoración, etc. Espero que sea de interés para los aficionados

 

       ORIGEN y TAMAÑO – Comenzaré mis descripciones de las diferentes variedades de canarios con el que se conoce como el canario belga, que, como su nombre indica, es natural de Bélgica.
         Estas aves se crían allí en grandes cantidades, y se exportan a diferentes partes de Europa y América, y varias de nuestras colonias. Me he esforzado de varias maneras por obtener alguna información sobre el origen de estas notables aves, pero sin obtener nada fiable;  los aficionados más antiguos de Bélgica parecen incapaces de dar ninguna explicación satisfactoria de su origen; debo, por lo tanto, negarme a aventurar observaciones de carácter especulativo o teórico en cuanto al mismo, y me limitaré a tratarlos como una variedad  ya establecida. Esta variedad de canario ha sido conocida y admirada en nuestro país desde hace más de cuarenta años, y se considera, y, creo, con razón, una noble raza de canarios.
        La recomendación principal de un pájaro de esta descripción es su forma peculiar, su gran tamaño y contorno elegante y dominante.
        Es un ave de gran tamaño, y se estima que debe medir entre  6 1/2 pulgadas  y  7 1/2 pulgadas, desde el pico hasta la punta de la cola; pero pocos se encontrarán mayores de 7 pulgadas,  que puede ser tomado como un tamaño medio.
        Es una cuestión difícil de medir un ave de este tipo, excepto por el ojo, y que es una "regla" incierta y poco fiable; además, mucho depende de la salud, condición, y  temporada del año ya que en unas puede mostrar mejor su tamaño que en otras. Aunque el tamaño es una consideración importante en estas las aves, el contorno o forma lo es mucho más.

       MIS PRIMEROS CANARIOS. -  Hace cuarenta años que  compré mi primer par de canarios belgas, y tengo un recuerdo muy vívido de los rasgos característicos que en ese momento buscaban  los aficionados; estaban longitud y delgadez del cuerpo, la pulcritud y la elegancia; y el bello ideal de este ave se describía como el de un pájaro tan extremadamente delgado, que cualquier persona pensaría  que podría ser pasar a través del anillo de oro de una dama. Pero este pájaro de fantasía, estaba en este momento en sus inicios en Inglaterra, y los admiradores de los canarios belgas fueron buscando en la oscuridad el camino  a tientas; las aves importadas no eran pura sangre, o al menos muy pocos de ellos, y los que lo eran, estaban considerados como deformes y feos. Los distribuidores se dedicaron en este momento a trabajar con canarios de este tipo, ya que en el norte de Inglaterra muy pocos aficionados criaban esta variedad, ya que no se habían introducido en Inglaterra muchos antes. En ese momento yo residía en un pueblo muy bonito a unos tres kilómetros de distancia de un pueblo, que, en el aspecto comercial, al menos, ahora se considera uno de los principales en el condado de Durham. El importador en este caso era José Greenwell, un hombre conocido desde hace treinta años, no sólo como un distribuidor, sino también como un aficionado. Tenía la costumbre de realizar la importación de estas aves durante los meses de otoño y primavera, y por lo general los presentaba los sábados, ya que la mayoría de sus clientes eran artesanos y obreros que recibían su salario semanal ese día, y en consecuencia tenían los medios necesarios para poder adquirir  estos pájaros. En una ocasión llamé a  Greenwell para comprar un macho  belga bruno, pero me di cuenta que no tenía ninguno que me conviniese. Él me informó que esperaba un "lote fresco" en la mañana del sábado siguiente. Tras informarme de la probable hora de su llegada  y otra información necesaria, me propuse, si era posible, ser uno de los primeros en llegar, para que yo pudiera tener la oportunidad de seleccionar algo que me gustase. Aunque vivía a tres millas de la ciudad, mi entusiasmo hizo que llegase temprano. Cuando llegué  a su casa me encontré con varios hombres que también esperaban la llegada de las aves, todos extranjeros, excepto yo, pero todos grandes entusiastas. La mayoría de ellos eran viejos aficionados, y yo, que era un mero mozalbete, escuché su conversación en profundo silencio, con la esperanza de ampliar mi conocimiento de las aves, que entonces era algo limitada.
         Después de un cuarto de hora llegaron las aves y me entretuve mucho viendo la ansiosa cara de algunos de estos hombres; todo era silencio y ellos miraban por cada grieta de la caja de transporte en la que estaban los canarios, para echar un primer vistazo; Joe, con su estilo frío y calculador quitó la tapa que ocultaba a los canarios. Hecho esto se produjo un  bullicio y alboroto y alboroto inusuales.



 Joe trajo unas jaulas pequeñas y dijo: Echaros a un lado, vamos a ponerlos aquí para poder verlos y apreciarlos mejor. Esta solicitud se llevó a cabo inmediatamente para poder ver mejor a los animales. Tan pronto como se pusieron los pájaros en las jaulas, se tranquilizaron y empezaron a tomar su posición se empezaron a oír voces exclamando: ¿Cuánto cuesta este?, ¿Cuánto tengo que dar por P? cuando la gente se calmó empezó una especie de puja: Por ese yo doy X, pues yo doy Y, etc.
        Yo me quedé en silencio hasta que todo se calmó y todo el mundo había adquirido aquello que les satisfacía. Entonces pregunté el precio de una hembra amarilla con inmensos hombros, una elegante cabeza, buen cuello y buenas patas. Los  presentes se rieron un poco e hicieron algunos chistes. Uno dijo que era un camello joven, otro que era un “Ricardo III” (un rey deforme) y todos estaban de acuerdo que no era un pájaro que mereciese la pena excepto yo, y yo era sin duda el único que parecía tener algún deseo de poseerla. Greenwell trató de disuadirme de tenerlo, y dijo que estaba seguro de que era un mal pájaro en cuanto a su posición, que era un pájaro algo deforme en su parte posterior. Sin embargo insistí en que lo compraría si no era un pájaro muy caro, ya que no estaba seguro de que fuese un pájaro deformado y por lo tanto de poco valor.


        Él dijo que me lo vendía por  7 chelines, y acepté la oferta. Después de que llegué a casa y lo comparé con mis otras aves, se me ocurrió que este era el genuino canario belga, y en la siguiente vez que fui a la ciudad le dije que me gustaría tener más ejemplares de la misma forma, y le di mi opinión respecto a él; él sonrió en silencio, pero de manera muy significativa, pero esto no alteró mi opinión; algún tiempo después conseguí un macho bruno (o isabela) similar en forma, pero no tan buena como la hembra.


        Por estas fechas conocí a un señor que comenzó a tener pájaros; era un fabricante que exportaba productos a Bélgica. Le sugerí que sería un buen plan si pudiese encargar  a sus agentes en Amberes que le procurasen una o dos parejas de los mejores canarios belgas que pudiesen obtener, y enseñarles a conocer estas aves para que pudiesen seleccionar las aves y conseguirnos ejemplares del más alto valor en Bélgica. Aceptó mi sugerencia y después de un  tiempo llegaron cuatro pájaros que resultaron ser muy semejantes a mi hembra “deformada”. El agente escribió para decir que eran de los mejores y más apreciados criaderos, y que eran mucho más caras que las aves que se venden para su exportación. Tres o cuatro años después de esto algunos de nuestros más ardientes aficionados cruzaron el Canal y trajeron los pájaros que ellos habían seleccionado, pero las mejores aves que he visto han sido las que nosotros importamos.

        IMPORTACIÓN DE CANARIOS. No es un viaje largo tampoco es  muy caro, por lo que cualquier persona que desee obtener unos pájaros de alta calidad haría bien en hacer un viaje al continente; aquellos deseosos de hacerlo puede embarcarse, ya sea en Hull o en Londres. Un barco sale de Hull para Amberes todos los miércoles, y vuelve el sábado siguiente; el billete sencillo es de 15 peniques, los  billetes de ida y vuelta cuestan 22 peniques 6 chelines. El viaje tarda  alrededor de veinticuatro o veinticinco horas de puerto a puerto. El Hotel Europe tiene todo tipo de comodidades; todos los camareros y sirvientes hablan inglés, y los precios son extremadamente moderados. No hay que preocuparse por si el criador al que vamos a comprar los canarios no habla inglés; en el hotel pueden buscar un intérprete entre los camareros que, pago de una pequeña cuota, acompañará a los diferentes criaderos y ayudará a hacer las compras. Además de Amberes, se pueden obtener buenos pájaros en Bruselas y Gante, siendo éstas las tres principales ciudades para conseguir las mejores aves. Los precios varían en función de la calidad y la temporada del año en que sea; el mejor momento para ir es probablemente el mes de septiembre, después de que termine la temporada de cría, ya que las aves son más abundantes entonces, y se  tendrá una mejor oportunidad de elegir algo que le conviene, y un precio más bajo de lo que pagaría en un período más avanzado del año.
         
 

         Los belgas conceden un gran valor a sus mejores pájaros, y piden altos precios por los ejemplares premiados, pero los pájaros moderados o con pequeños defectos pero criados en buenos criaderos se pueden comprar a precios razonables. Por los pájaros de mucha calidad el precio va desde cuarenta francos hacia arriba (1libra 13peniques 4 chelines. en dinero Inglés), pero por los pájaros excepcionales los precios son fabulosos.
        Los canarios belgas se aclimatan fácilmente en Inglaterra y Gales, así como en Irlanda y Escocia; no hay una gran diferencia en la temperatura de estos países con Bélgica. Estas aves, sin embargo, no soportan el frío tan bien como la mayoría de otras variedades conocidas. Los aficionados belgas estiman su propia raza de canarios mucho más, y conceden poco valor a algunas de nuestras variedades más apreciadas, como el Norwich, Lizards y similares.