EL BELGA (1)
Traducción
del libro Canary book de R.L. Wallace, publicado en 1875.
Este
libro nos da una visión histórica del Bossu Belga, de los métodos de cría de
entonces, de su valoración, etc. Espero que sea de interés para los aficionados
ORIGEN y TAMAÑO – Comenzaré mis descripciones de las diferentes
variedades de canarios con el que se conoce como el canario belga, que, como su
nombre indica, es natural de Bélgica.
Estas aves se crían allí en grandes cantidades, y
se exportan a diferentes partes de Europa y América, y varias de nuestras
colonias. Me he esforzado de varias maneras por obtener alguna información
sobre el origen de estas notables aves, pero sin obtener nada fiable; los aficionados más antiguos de Bélgica
parecen incapaces de dar ninguna explicación satisfactoria de su origen; debo,
por lo tanto, negarme a aventurar observaciones de carácter especulativo o
teórico en cuanto al mismo, y me limitaré a tratarlos como una variedad ya establecida. Esta variedad de canario ha
sido conocida y admirada en nuestro país desde hace más de cuarenta años, y se
considera, y, creo, con razón, una noble raza de canarios.
La
recomendación principal de un pájaro de esta descripción es su forma peculiar,
su gran tamaño y contorno elegante y dominante.
Es
un ave de gran tamaño, y se estima que debe medir entre 6 1/2 pulgadas y 7 1/2
pulgadas, desde el pico hasta la punta de la cola; pero pocos se encontrarán mayores
de 7 pulgadas, que puede ser tomado como
un tamaño medio.
Es
una cuestión difícil de medir un ave de este tipo, excepto por el ojo, y que es
una "regla" incierta y poco fiable; además, mucho depende de la
salud, condición, y temporada del año ya
que en unas puede mostrar mejor su tamaño que en otras. Aunque el tamaño es una
consideración importante en estas las aves, el contorno o forma lo es mucho
más.
MIS PRIMEROS CANARIOS. - Hace cuarenta años que compré mi primer par de canarios belgas, y
tengo un recuerdo muy vívido de los rasgos característicos que en ese momento
buscaban los aficionados; estaban
longitud y delgadez del cuerpo, la pulcritud y la elegancia; y el bello ideal
de este ave se describía como el de un pájaro tan extremadamente delgado, que cualquier
persona pensaría que podría ser pasar a
través del anillo de oro de una dama. Pero este pájaro de fantasía, estaba en
este momento en sus inicios en Inglaterra, y los admiradores de los canarios
belgas fueron buscando en la oscuridad el camino a tientas; las aves importadas no eran pura
sangre, o al menos muy pocos de ellos, y los que lo eran, estaban considerados
como deformes y feos. Los distribuidores se dedicaron en este momento a
trabajar con canarios de este tipo, ya que en el norte de Inglaterra muy pocos
aficionados criaban esta variedad, ya que no se habían introducido en
Inglaterra muchos antes. En ese momento yo residía en un pueblo muy bonito a
unos tres kilómetros de distancia de un pueblo, que, en el aspecto comercial,
al menos, ahora se considera uno de los principales en el condado de Durham. El
importador en este caso era José Greenwell, un hombre conocido desde hace
treinta años, no sólo como un distribuidor, sino también como un aficionado.
Tenía la costumbre de realizar la importación de estas aves durante los meses
de otoño y primavera, y por lo general los presentaba los sábados, ya que la
mayoría de sus clientes eran artesanos y obreros que recibían su salario
semanal ese día, y en consecuencia tenían los medios necesarios para poder
adquirir estos pájaros. En una ocasión
llamé a Greenwell para comprar un macho belga bruno, pero me di cuenta que no tenía ninguno
que me conviniese. Él me informó que esperaba un "lote fresco" en la
mañana del sábado siguiente. Tras informarme de la probable hora de su
llegada y otra información necesaria, me
propuse, si era posible, ser uno de los primeros en llegar, para que yo pudiera
tener la oportunidad de seleccionar algo que me gustase. Aunque vivía a tres
millas de la ciudad, mi entusiasmo hizo que llegase temprano. Cuando
llegué a su casa me encontré con varios
hombres que también esperaban la llegada de las aves, todos extranjeros,
excepto yo, pero todos grandes entusiastas. La mayoría de ellos eran viejos
aficionados, y yo, que era un mero mozalbete, escuché su conversación en
profundo silencio, con la esperanza de ampliar mi conocimiento de las aves, que
entonces era algo limitada.
Después de un cuarto de hora llegaron las aves
y me entretuve mucho viendo la ansiosa cara de algunos de estos hombres; todo
era silencio y ellos miraban por cada grieta de la caja de transporte en la que
estaban los canarios, para echar un primer vistazo; Joe, con su estilo frío y
calculador quitó la tapa que ocultaba a los canarios. Hecho esto se produjo
un bullicio y alboroto y alboroto
inusuales.
Joe trajo
unas jaulas pequeñas y dijo: Echaros a un lado, vamos a ponerlos aquí para
poder verlos y apreciarlos mejor. Esta solicitud se llevó a cabo inmediatamente
para poder ver mejor a los animales. Tan pronto como se pusieron los pájaros en
las jaulas, se tranquilizaron y empezaron a tomar su posición se empezaron a
oír voces exclamando: ¿Cuánto cuesta este?, ¿Cuánto tengo que dar por P? cuando
la gente se calmó empezó una especie de puja: Por ese yo doy X, pues yo doy Y,
etc.
Yo
me quedé en silencio hasta que todo se calmó y todo el mundo había adquirido
aquello que les satisfacía. Entonces pregunté el precio de una hembra amarilla
con inmensos hombros, una elegante cabeza, buen cuello y buenas patas. Los presentes se rieron un poco e hicieron
algunos chistes. Uno dijo que era un camello joven, otro que era un “Ricardo
III” (un rey deforme) y todos estaban de acuerdo que no era un pájaro que
mereciese la pena excepto yo, y yo era sin duda el único que parecía tener
algún deseo de poseerla. Greenwell trató de disuadirme de tenerlo, y dijo que
estaba seguro de que era un mal pájaro en cuanto a su posición, que era un
pájaro algo deforme en su parte posterior. Sin embargo insistí en que lo
compraría si no era un pájaro muy caro, ya que no estaba seguro de que fuese un
pájaro deformado y por lo tanto de poco valor.
Él
dijo que me lo vendía por 7 chelines, y
acepté la oferta. Después de que llegué a casa y lo comparé con mis otras aves,
se me ocurrió que este era el genuino canario belga, y en la siguiente vez que
fui a la ciudad le dije que me gustaría tener más ejemplares de la misma forma,
y le di mi opinión respecto a él; él sonrió en silencio, pero de manera muy
significativa, pero esto no alteró mi opinión; algún tiempo después conseguí un
macho bruno (o isabela) similar en forma, pero no tan buena como la hembra.
Por
estas fechas conocí a un señor que comenzó a tener pájaros; era un fabricante
que exportaba productos a Bélgica. Le sugerí que sería un buen plan si pudiese
encargar a sus agentes en Amberes que le
procurasen una o dos parejas de los mejores canarios belgas que pudiesen obtener,
y enseñarles a conocer estas aves para que pudiesen seleccionar las aves y
conseguirnos ejemplares del más alto valor en Bélgica. Aceptó mi sugerencia y
después de un tiempo llegaron cuatro
pájaros que resultaron ser muy semejantes a mi hembra “deformada”. El agente
escribió para decir que eran de los mejores y más apreciados criaderos, y que
eran mucho más caras que las aves que se venden para su exportación. Tres o cuatro
años después de esto algunos de nuestros más ardientes aficionados cruzaron el
Canal y trajeron los pájaros que ellos habían seleccionado, pero las mejores
aves que he visto han sido las que nosotros importamos.
IMPORTACIÓN DE CANARIOS. No es un viaje largo tampoco es muy caro, por lo que cualquier persona que
desee obtener unos pájaros de alta calidad haría bien en hacer un viaje al
continente; aquellos deseosos de hacerlo puede embarcarse, ya sea en Hull o en
Londres. Un barco sale de Hull para Amberes todos los miércoles, y vuelve el
sábado siguiente; el billete sencillo es de 15 peniques, los billetes de ida y vuelta cuestan 22 peniques
6 chelines. El viaje tarda alrededor de
veinticuatro o veinticinco horas de puerto a puerto. El Hotel Europe tiene todo
tipo de comodidades; todos los camareros y sirvientes hablan inglés, y los precios
son extremadamente moderados. No hay que preocuparse por si el criador al que
vamos a comprar los canarios no habla inglés; en el hotel pueden buscar un
intérprete entre los camareros que, pago de una pequeña cuota, acompañará a los
diferentes criaderos y ayudará a hacer las compras. Además de Amberes, se
pueden obtener buenos pájaros en Bruselas y Gante, siendo éstas las tres
principales ciudades para conseguir las mejores aves. Los precios varían en
función de la calidad y la temporada del año en que sea; el mejor momento para
ir es probablemente el mes de septiembre, después de que termine la temporada
de cría, ya que las aves son más abundantes entonces, y se tendrá una mejor oportunidad de elegir algo
que le conviene, y un precio más bajo de lo que pagaría en un período más
avanzado del año.
Los belgas conceden un gran valor a sus
mejores pájaros, y piden altos precios por los ejemplares premiados, pero los
pájaros moderados o con pequeños defectos pero criados en buenos criaderos se
pueden comprar a precios razonables. Por los pájaros de mucha calidad el precio
va desde cuarenta francos hacia arriba (1libra 13peniques 4 chelines. en dinero
Inglés), pero por los pájaros excepcionales los precios son fabulosos.
Los
canarios belgas se aclimatan fácilmente en Inglaterra y Gales, así como en
Irlanda y Escocia; no hay una gran diferencia en la temperatura de estos países
con Bélgica. Estas aves, sin embargo, no soportan el frío tan bien como la
mayoría de otras variedades conocidas. Los aficionados belgas estiman su propia
raza de canarios mucho más, y conceden poco valor a algunas de nuestras
variedades más apreciadas, como el Norwich, Lizards y similares.