EL BELGA (3)
Traducción
del libro Canary book de R.L. Wallace, publicado en 1875.
Este
libro nos da una visión histórica del Bossu Belga, de los métodos de cría de entonces,
de su valoración, etc. Espero que sea de interés para los aficionados.
Un
gran número de criadores le dirá que las hembras de los canarios belgas son
malas criadoras, pero rara vez tienen en cuentan la mucha culpa que tienen
ellos en esta aparente falta de instinto maternal, su ansiedad o curiosidad les
lleva a menudo a molestar muchas veces a las hembras durante el periodo de
incubación o poco tiempo después de que los huevos han eclosionado; de hecho,
he conocido a algunos criadores tan necios como para molestar a una hembra cada
quince o veinte minutos, mientras estaba ocurriendo la eclosión, obligándola a
irse fuera del nido cada vez que quería comprobar si había nacido otro pollo. ¿Cómo
estos hombres pueden esperar, que en tales circunstancias, las aves puedan realizar sus tareas de manera
adecuada?, es todo lo que puedo decir. Las hembras del canario, sin distinción
de clase, instintivamente, son muy celosas en este momento particular, sobre
todo en los primeros días después de la eclosión; y si la curiosidad de los
aficionados les incita a levantarse no es de extrañar que abandonen el nido o a
las crías. Estoy bastante seguro de que un gran número de hembras, que, sin
duda, cuidarían de sus polluelos perfectamente, no lo hacen por las actuaciones
de los criadores.
Siempre
hay que dar a una hembra, y más especialmente a un canario belga, una
oportunidad justa, y si se encuentra en buen estado de salud y se la deja
completamente sola, las probabilidades están más a favor para que demuestre que
es una buena criadora. En repetidas
ocasiones he oído decir que las hembras de los canarios comunes son las mejores
madres, y sin duda son tan buenas como cualquier otra raza, pero la experiencia
me ha dicho que no son nada mejores cuando se les está estorbando durante la
cría. No hay canarios más atentos a sus deberes como padres que los machos
belgas, y no veo ninguna razón por la
cual las hembras no deberán ser igual de atentas con sus crías. En un momento
crié un gran número de estas aves; en una temporada crié veintiséis aves de
cuatro parejas; tres de las hembras alimentaron a sus propios hijos, y una pareja
crió nueve pájaros, pero esto se puede considerar como una excepción. Hay que
dejarles en paz para que desarrollen su instinto maternal al igual que lo
harían otras aves comparativamente sin valor, y se comprobará que estos canarios
belgas son mucho mejores criadores de lo que se supone.
Si
una hembra no está con una salud perfecta, no se puede esperar razonablemente
que pueda llevar a cabo sus tareas de forma adecuada, y en tales casos se deben
pasar sus huevos a otra hembra en la que se pueda confiar; pero esto ocurre
también con “las hembras de razas comunes”. Si una hembra ha tenido dificultad
en poner sus huevos y se ha quedado delicada o débil por sus esfuerzos para
hacerlo, no es prudente confiar en que pueda hacer la crianza de su prole; por
lo tanto si sus hijos pueden ser muy valiosos, será aconsejable poner sus
huevos a otra hembra cuya descendencia sea de menor importancia por su
presumible peor calidad.
A
veces sucede que los jóvenes canarios belgas son débiles y no tienen fuerza
suficiente para levantar la cabeza con el fin de recibir la comida de sus
padres durante los dos o tres primeros días después de que salgan del huevo. En
este caso se deben administrar alimentos en pequeñas cantidades, a intervalos
cortos, durante los tres primeros días, y si la madre se niega a darles de
comer, se deben pasar inmediatamente con unos padres adoptivos.
Tan
pronto como los jóvenes canarios sean capaces de comer solos, se les debe
colocar en un jaulón de gran tamaño, en el que tendrán un amplio espacio para
hacer ejercicio, lo que será muy beneficioso
para su salud y bienestar.